Por: Rogelio Alonso Rivera
“Cásate con una persona igual, porque la desigualdad en las parejas quebranta la doble armonía”
Solón.
El pasado 3 de noviembre del 2020 el Congreso local del Estado de Puebla aprobó una reforma al Código Civil que garantiza los matrimonios entre personas del mismo sexo, la cual se aprobó con 31 votos a favor, cinco en contra y tres abstenciones. Con ello, Puebla se convirtió en la entidad federativa número 13, de las 32 que tiene el país, en reconocer ese derecho. Al mismo tiempo, es importante recordar que en gran medida se hizo para salir del desacato en el que se había mantenido el poder legislativo del Estado desde 2017, cuando la Suprema Corte de Justicia Nación (SCJN) determinó inconstitucional que solo reconociera las uniones de parejas heterosexuales. En los hechos, los matrimonios igualitarios se han celebrado en Puebla en los últimos cinco años y a partir de 2018 ya no es necesario que los interesados promuevan juicios de amparo para que el Registro Civil reconozca ese derecho. A pesar de esta aprobación, existieron cuestionamientos importantes en integrantes del congreso local. En primer lugar, la diputada morenista Estefanía Rodríguez, señaló que sus compañeros de bancada frenaron los matrimonios igualitarios en Puebla durante los últimos dos años; manifestando una legislación por conveniencia electoral. Por otro lado, la diputada priista Rocío García Olmedo aseguró que la aprobación de los matrimonios igualitarios demostró que los líderes de la mayoría de Morena del Congreso de Puebla son capaces de recurrir a trampas y mentiras con tal de colgarse una medalla que realmente no es suya, ya que durante dos años bloquearon la iniciativa y decidieron retirar el veto por la cercanía de la elección local. (Camacho, 2020)
A partir de estos acontecimientos, realizaremos una breve descripción histórica y sociológica sobre los matrimonios entre personas del mismo sexo y de lo que significa una movilización social desde el planteamiento del Movimiento de Disidencia Sexual (MDS).
Breve historia del matrimonio igualitario.
Existe evidencia de que los matrimonios del mismo sexo fueron tolerados en algunas civilizaciones humanas, e incluso desde la antigüedad clásica en el mundo Occidental donde los conceptos de homosexualidad y heterosexualidad no existían con las mismas características de hoy en día. En efecto, la historia de la homosexualidad es bastante longeva y recorre prácticamente todas las etapas de la humanidad, desde Mesopotamia, Canaán, Egipto, la Grecia clásica y el mundo helénico, pasando por los romanos y su imperio, la Edad Media y el Renacimiento, hasta llegar a nuestros días (Ariés, 1987:107).
Posteriormente, fue hasta el final del año 600 d. C., ya con el cristianismo en apogeo que el matrimonio era en su mayor parte un asunto arreglado, concentrado específicamente en la procreación. En este sentido, la homosexualidad fue atacada por una creencia religiosa cada vez más común que afirmaba que el coito estaba destinado sólo para la reproducción. (Naphy, 2006: 117). En última instancia, la excesiva indulgencia sexual, tanto dentro como fuera de los lazos matrimoniales, fue prohibida por el cristianismo, el judaísmo y el islam, con condenas más severas para la homosexualidad, sobre todo masculina. (Ishay, 2004)
La homosexualidad es reconocida como perversión hasta el siglo XVIII donde la persona no dejaba de ser sospechosa expuesta por su condición al pecado, más que otras. Para el XIX es tomada como anormalidad por supuestas anomalías físicas que convierten al homosexual en un hombre-mujer. Fue hasta entrado el siglo XX que la medicina incorporó la visión eclesiástica respecto a la homosexualidad, convirtiéndola en una enfermedad, tanto física como mental, a través de una tendencia casi natural hacia el vicio. (Cruz, 1997: 17). Un buen ejemplo del tipo de teoría que se desarrolló en el continente europeo provino del psicólogo húngaro nacido en Austria, Karl Benkert (más tarde transformado en Karoly Maria Kertbeny). A Kertbeny se le atribuye la invención del término homosexualidad, pero lo más importante es que sugirió la creencia de que esta “condición” era innata y constituía una de las cuatro divisiones sexuales naturales. Debido a que la homosexualidad era natural, las leyes en contra constituían violaciones fundamentales a los derechos humanos. Por supuesto, otros investigadores persistieron en creer que la homosexualidad era una enfermedad (con una conceptualización muy diferente a la de la ley natural) y, como resultado, siguió aplicándose una cura, al mismo tiempo que se incorporaban más y más argumentos en contra de la homosexualidad en la ciencia y en la literatura occidental. En el siglo XX, la “cura” incluyó, por ejemplo, la terapia de electrochoque. Fue hasta el 17 de mayo de 1990, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) resolvió eliminar a la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales y la aceptó como una variación de la sexualidad humana. (Rupp, 2001)
Por otra parte, el reconocimiento de las uniones de hecho, o uniones de individuos del mismo sexo, para permitir el acceso de estas parejas a los mismos beneficios culturales, comenzaron a tomar fuerza en algunas partes de los Estados Unidos. La idea tiene precedentes en los países escandinavos. En 1989, Dinamarca fue el primer país en permitir legalmente las uniones del mismo sexo, acuñando el término unión registrada. Siguieron Noruega, Suecia, los Países Bajos, y Bélgica. A partir del año 2005, España, Francia, Alemania y Canadá continuaron, en diversos grados, este reconocimiento. Actualmente ya son 30 países del mundo en realizar este proceso legal. (Andersson, 2004)
La disidencia sexual como movimiento social en México
De acuerdo al especialista en estudios de género y feminismo Héctor Miguel Salinas Hernández (2017) los grupos disímbolos y complejos a favor del matrimonio igualitario como política de inclusión pueden aglomerarse analíticamente en lo que se denominó Movimiento de Disidencia Sexual (MDS), tratándose de diversos movimientos sociales y políticos reivindicativos que convergen temporalmente en ciertos aspectos de su organización, fundamentalmente en lo que hace a su carácter de actores estigmatizados a causa de su identidad no heterosexual o su expresión de género no dominante, y a ciertos planteamientos relacionados con su participación en políticas públicas.
El movimiento surgió de forma pionera en la Ciudad de México, Guadalajara y Tijuana, pero tuvo su mayor desarrollo en la capital del país desde los años setenta del siglo XX, tomando como principal consigna la liberación homosexual centrada en la búsqueda de la conquista de la calle como símbolo del espacio público. Para el 21 de diciembre del 2009, la Ciudad de México se convirtió en el primer espacio latinoamericano en reconocer la conformaciónlegal de matrimonios constituidos por personas del mismo sexo con las mismas prerrogativas y derechos que las parejas heterosexuales. El 5 de agosto de 2010, la SCJN determinó la legalidad del matrimonio igualitario por 8 votos a favor y dos en contra y el 16 de agosto, determinó la constitucionalidad de la adopción de menores por parte de parejas del mismo sexo que hayan contraído matrimonio en el Distrito Federal. (Salinas, 2017)
En el caso de las entidades federativas, en 2012 dio inicio una estrategia de tipo judicial promovida por la asociación denominada “México Igualitario”, que consistió en promover el matrimonio igualitario vía amparo, alegando el derecho reconocido en las tesis jurisprudenciales de la SCJN respecto a la Ciudad de México. Actualmente, son 20 de 32 estados los que han legalizado este tipo de uniones en territorio nacional (Ciudad de México, Quintana Roo, Coahuila, Chihuahua, Nayarit, Jalisco, Campeche, Colima, Michoacán, Baja California, Baja california sur, Chiapas, San Luis Potosí, Nuevo León, Hidalgo, Aguascalientes, Veracruz, Oaxaca y Puebla).
De manera concluyente.
Puebla es el más reciente caso de legalización del matrimonio igualitario, sin embargo, la adopción de menores por parte de las parejas del mismo sexo no fue incluida en la reforma. Esto tiene cierta lógica, ya que la entidad mantiene una histórica postura conservadora desde su raíz cristiano-católica, la cual, ha mantenido brotes de resistencia desde hace algunos años a través de su arquidiócesis junto a organizaciones como el Frente Nacional por la Familia (FNF). Prueba de ello, fueron las declaraciones del arzobispo de Puebla Víctor Sánchez Espinosa quien sentenció que existen temas más delicados y urgentes que tratar el día de hoy, aseverando que el matrimonio “únicamente es entre hombre y mujer, por lo que las familias deben estar conformadas por papá y mamá”. Todo ello, junto a las protestas de organizaciones que aseguraron el respaldo de 300 instituciones a pesar de que el contingente no rebasó las 50 personas. Por otro lado, el gobierno municipal de la ciudad a través de su presidenta Claudia Rivera celebró la aprobación del dictamen calificándola como una gran victoria que materializa la lucha histórica de activistas y colectivos para garantizar el respeto a sus derechos.
Finalmente, es importante conocer tanto los antecedentes anteriormente citados como las experiencias de reconocimiento al matrimonio igualitario en el ámbito internacional y nacional, al tratarse de una reforma que, aunque tardíamente, manifiesta un ambiente de cambio dentro de una estructura social históricamente apegada a los preceptos de la familia tradicional hetero normada. En hora buena, y que siga adelante la lucha en el terreno de la diversidad sexual.
Referencias.
Andersson, Gunnar y col. (2006). “La demografía de los matrimonios entre personas del mismo sexo en Noruega y Suecia”. Demografía. Lleno. 43.1 (febrero): 79-98.
Ariés, P. et al. (1987). Sexualidades Occidentales. México: Paidós.
Camacho, Mónica. (2020) Congreso de Puebla aprueba matrimonio igualitario. La jornada de oriente. Retomado el 3 de noviembre del 2020 en https://www.jornada.com.mx/ultimas/estados/2020/11/03/congreso-de-puebla-aprueba-matrimonio-igualitario-7025.html
Cruz Sierra, S. (1997). “Estructura y Funcionamiento de la Pareja Gay Masculina”, tesis de sicología social. México: Facultad de Psicología-unam.
Ishay, Micheline R. (2004). La historia de los derechos humanos: desde la antigüedad hasta la era de la globalización. Berkeley: Prensa de la Universidad de California.
Rupp, Leila J. (2001). “Hacia una historia global de la sexualidad entre personas del mismo sexo”. Revista de Historia de la Sexualidad. Vol 10.2 (abril): 287-302.
Salinas Hernández, Héctor Miguel. (2017) Matrimonio igualitario en México: la pugna por el Estado laico y la igualdad de derechos. El Cotidiano, núm. 202, marzo-abril, pp. 95-104. Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco. Distrito Federal, México